Pequeña autopsia del miedo: diseccionando el terror y el horror en el arte

Hace un mes o así vi un maravilloso artículo de la página https://www.labrujulaverde.com que se titulaba » La diferencia entre terror y horror en el cine y la literatura». Me encantó, por lo que quise sacar una entrada en el Imaginario con la síntesis del artículo y alguna aportación personal.

Cuando pensamos en una historia que nos pone los pelos de punta, solemos usar indistintamente las palabras terror y horror. Pero, aunque en la conversación cotidiana se confundan, en el terreno del cine y la literatura (y del arte en general), cada una tiene su propio universo, sus reglas, sus monstruos… y sus formas de hacernos temblar.

Hoy quiero contarte cuál es la diferencia entre estos dos conceptos y por qué entenderla puede cambiar tu manera de crear, de consumir y de sentir las historias oscuras.

El terror: el miedo que aún no ha llegado

Según la RAE el terror es un miedo muy intenso.

Según la RAE el miedo es la angustia por un riesgo o daño real o imaginario.

El terror es la antesala del espanto. Es el suspense, la anticipación, la ansiedad que se mete bajo la piel y no te deja respirar. Es el «algo va mal» que aún no ha mostrado los colmillos, pero cuya presencia sientes acechando. En el terror, lo más potente no es lo que ves, sino lo que imaginas.

Autores como Edgar Allan Poe o directores como Hitchcock dominan esta atmósfera como alquimistas del pánico. En sus obras, el miedo se construye lentamente, como una niebla que se espesa hasta dejarte ciega de realidad. Aquí, el miedo es psicológico, sugerente, elegante incluso.

En otras palabras: el terror te hace temer lo que puede pasar.

El horror: el espanto ya está aquí

El horror, en cambio, según a RAE es un sentimiento intenso causado por algo terrible y espantoso, la atrocidad, monstruosidad, enormidad o la aversión profunda hacia alguien o algo. Es cuando el mal ya ha llegado y no te queda otra que enfrentarte a él (o morir en el intento). Es la imagen grotesca, lo perturbador, lo repulsivo. El horror no se insinúa: te lo lanza a la cara. Sangre, vísceras, cuerpos deformes, mentes retorcidas, seres que no deberían existir… y que, sin embargo, están ahí, muy presentes.

Aquí entran de lleno los mundos de Lovecraft, Clive Barker, o películas como The Thing, Hereditary, o Midsommar, que nos muestran el horror en su forma más cruda o surreal. No importa si es sobrenatural o humano, lo importante es que rompe con lo conocido y nos descoloca.

El horror no te da tiempo a temer: ya estás atrapada en él.

El género de Lovecraft se denomina horror cósmico ya que lo más aterrador no es lo que nos puede hacer daño físicamente, sino lo que nos descoloca existencialmente. Es el terror de sabernos insignificantes en el vasto cosmos, rodeadas de entidades o fuerzas tan enormes, antiguas y ajenas que nuestra mente no puede ni empezar a comprenderlas sin colapsar.

En otras palabras: el horror cósmico no necesita explicarse. Precisamente lo que da miedo… es lo incomprensible. El horror está presente en los personajes que lo viven.

Primero viene el miedo, luego el pánico, luego el horror y finalmente la pérdida de cordura que deriva en la locura.

Primero viene el miedo, luego el pánico, luego el horror y finalmente la pérdida de cordura que deriva en la locura.

¿Por qué importa esta diferencia?

Porque el impacto emocional y estético es completamente distinto. El terror juega con tu imaginación, mientras que el horror la desborda. Uno es la amenaza invisible; el otro, la revelación monstruosa. Uno se siente; el otro se sufre.

Así que la próxima vez que una historia te tenga en vilo o te revuelva las tripas, pregúntate: ¿esto es terror… o horror? Y si eres creadora, úsalo como brújula para construir tu narrativa. Porque conocer los matices del miedo no solo da poder: da forma al arte que nace de nuestras sombras.

¿Y tú, qué prefieres: el terror que susurra o el horror que grita?


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